Aconteció
en una noche prieta,
Noche
de tristeza y cerrazón,
Fue
en el reino de Granada
Donde
se inmoló al amor.
Dio
la orden el gran Califa Zulficar
“¡Desterrad
al palafrenero!”
“¡En
cautiverio a mi hija encerrad!”
Enmudeció
el bienquisto laúd…
Soportaron
los amantes,
Cada
uno por su lado,
Los
más horrendos denuestos
Al
ofender al Califa.
Abandonado
en el pantano
Jalil
perdió la razón
Mientras
tras la prisión
Lloraba
su pena la infanta.
Apiadándose
de ellos
La
muerte acudió en su ayuda
Trasladando
a Benazir
Al
cenagal de Jalil.
Miles
de años necesitaron
Para
purificar sus almas.
Fue
en ese preciso momento
En
que se les concedió el Edén.
Así se dio origen al nuevo orden
Bajo
una bóveda celeste
Custodiada
por seres alados,
Siete
lunas y una miríada de estrellas.
Ejehieg
fue el primer descendiente
Concebido
sin pecado original.
Parió
Benazir cien vástagos,
Cada
uno se multiplicó por mil.
El
orbe de un sol y siete lunas
Se
pobló de esencias puras,
Áureas
níveas, ojos claros,
En
sus miradas, bondad.
Se
cuenta que desde entonces
Los
astros se alinearon
Y los ocasos se apagaron
Dando
lugar a dos estrellas fugaces.
Soldadas
las manos
Navegan,
Benazir y Jalil
Obsequiando
al universo
El
don de amor y perdón.