Estoy
más viva de lo que creo,
Mucho más
de lo que deseo.
Ente lóbrego
fluyendo
Entre resplandores perecederos
Y el bruno
hambriento de mesura.
Escruto
en el cielo, remuevo la tierra,
Más no
hayo la impugnación
Del fundamento
de mi presencia.
Se
rebelan los recuerdos, el malestar, la zozobra;
Verdugos
que vapulean mi zaherida humanidad.
Y si
DIOS me piensa desagradecida,
He de
decirle que ÉL me concibió humana,
Con lo
bueno y con lo malo,
Con
esta bellaca condición de ser
Una
eterna disconforme.
Acaso
deba aceptar que me abofeteen
Una y
otra mejilla, sin pausas y sin motivos.
¡Lo
acepto, me resigno!
Pero si
a eso me sometes
No
esperes que sea dichosa.
Viví lo
suficiente, di más de lo que poseía,
Pagué cada
una de mis faltas,
Aprendí
todas las lecciones.
Entonces,
dime, Señor
¿Cuándo
he de ingresar al pasadizo
Que me
conduzca al albor?