A paso
lento, casi sin darnos cuenta
Se van
yendo los días grises
Que nos
llenan de tristezas,
Que nos
hiela el cuerpo, el alma.
Y sin
embargo queda la añoranza
De la
apacible consonancia
Que
produce la hojarasca
Cuando la
corriente la arrastra.
Son las
hojas desprendidas
De su
primigenio inicio,
Que acompasan
nuestro andar
Sobre
diferentes matices.
No sé
por qué no me gusta…
Debe
ser por tu recuerdo
Que la
brisa gélida intensifica
Cuando
te percibo en la escarcha.
En la
medida de mi alma,
El
otoño es la tristeza,
Sin
embargo y pese a todo,
No
puedo negar su belleza…
Se
marcha muy despacito,
Como un
anciano rendido,
Consciente
de que llegó
La hora
de la partida.