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sábado, 8 de noviembre de 2014

¿Y POR QUÉ YO NO?




Una de esas preguntas que quedan flotando en tu mente por años, sin hallar la respuesta, generándote una gran frustración.
“Cuando naciste, tu padre se fue” Sentenció mamá con voz glacial- como si me dijera que cambió de mucama- cuando le interrogué por él, ese padre que me dejó sus genes, su sangre, su esencia, pero al que nunca pude ver, y ella jamás me explicó por qué.
Fue entonces que dejé de preguntar para ir en búsqueda de un padre. No, a él no, me hubiera gustado, pero como si la tierra lo hubiera tragado; mamá no me daba pistas, no quería que lo encuentre. Sin embargo me contó que era escritor y abogado, pero también un militante de la política. Vaya, sí que heredé algo de él. No podía dejarme mejor herencia. 
Fui en búsqueda de un padre... por donde iba veía niñas de mi edad llevadas de la mano por su “papi”.
Recuerdo ese día que la niñera me llevó a la plaza y allí los vi: la pequeña llevaba un helado en la mano y a su papá en la otra. Arrojé mi helado, me solté de la mano de mi niñera y corrí a abrazarme a ese desconocido pero que yo quería que fuera mi padre.
-¡¡¡¡ Papá, es mi papá!!!!
No pasó un minuto sin que la diminuta niña y yo, nos tomáramos de las trenzas ¡Estábamos peleando por un hombre! “¡Qué vergüenza!”, dijo mi niñera “¡Qué barbaridad!”, dijo “nuestro padre”, no los escuchamos, seguimos tironeando de él –tan pequeñas y ya discutiendo por un hombre ¡ay, con estas cosas femeniles!- hasta que consiguieron separarnos.
Mi supuesto padre sugirió que fuéramos los cuatro a tomar un helado- parece que mi rival también era hija de padres divorciados-Mi niñera más que encantada con la propuesta del caballero, y yo, más que furiosa ¡No necesito un helado, necesito un papá!
¿Por qué no me entendían? ¿Por qué se reían los adultos de las lágrimas de una niña?
Por supuesto que no fuimos a tomar ese maldito helado…tampoco conseguí un padre.
Aún lo sigo buscando en los rostros de los hombres que pasan a mi lado…
¡Qué tonta! debería dejar de hacerlo pues lo último o quizá lo único que supe de mi padre, fue que había muerto de un infarto.

Adiós esperanzas de encontrarte, papá, adiós la ilusión de un reencuentro y un fuerte abrazo, adiós al sueño de que conozcas a tus dos nietos. Sé que los hubieras amado, son nobles, son personas de bien- porque ellos sí tuvieron un padre que les dio mucho amor- Adiós a la búsqueda incansable…adiós, papá. ¿Me esperarás en el cielo? Prometo no reprocharte nada, sólo darte ese abrazo que nunca pudimos darnos.