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viernes, 21 de marzo de 2014

VOY A EMPUÑAR MI ARMA, NO ME DETENGAS


Lo seguía, constantemente lo seguía. Corría detrás de él, quería conocerlo, tocarlo… pero no se dejaba alcanzar.
Soy de naturaleza dérmica, cedo a la ineludible comunicación de piel a piel. No concebía una vida sin él, era mi obsesión, la parte vital de mí ser, esa que te exige y a la vez ofrenda aliento, brío, energía, ¡todo tan necesario para no caer en el oscuro clamor de la supervivencia!
Pero me cansé y abandoné la carrera. Surtí mis alforjas con SOLEDAD, con la cual conseguiría aplacar mis apetencias; llené mi cantimplora con litros de LÁGRIMAS para apaciguar mi sed, y emprendí el viaje a la jungla enmarañada de los DESEOS tupidos que obstruyen la visión del cielo, y entonces no hay más mañana que ese instante en el que perduro.
Del mismo modo, urgía un arma para defenderme ante posibles ataques de invasores o fieras detractoras de mi subconsciente, EVOCACIONES que se eternizaban en el intento de abatirme. Lo conseguían, sí; a menudo debía beber a raudales esos litros de mis lágrimas para digerir los pedazos mal masticados de la existencia dada.
FANTASÍA, imperecedera compañera de mis largas jornadas, era la única que tenía permitido el ingreso a mi hábitat. Ella me llevaba de paseo por paisajes con visos de diferentes colores que me reanimaban.
Ni bien despuntaba el día, cargábamos un saco con melodías suaves o estridentes, siempre dependiendo de mi estado de ánimo, por momentos melancólicos, algunos, muy pocos, eufóricos; una u otra serían de utilidad.
No lo pasaba mal en el  mundo onírico, salvo por la representación de algunos fantasmas, entes idiotas que insistían en confinarme a esa celda con paredes revestidas de desasosiego y opresiones. Pero yo seguía mi camino con FANTASÍA, los ignoraba, entonces se fastidiaban y me dejaban en paz por unas horas.
Así, como el yuyo que crece regado por la lluvia, sin caricias, sin macetas, sin matices, fui dispersando migas de alegría cubiertas de incredulidad.
Ocurrió un día, no sé exactamente en qué momento, tampoco interesa, ya que no había etapas en mi andar, sólo tenía una: COTIDANEIDAD. Obligada estación antes y después de mis vagabundeos con FANTASÍA. Una sola pero tan eficazmente peligrosa y atormentadora que el día que me arrolló de un modo brutal y salvaje, esgrimí mi arma y la ataqué con tal furia que se puso de cuclillas en un rincón reclamando MISERICORDIA.

- ¡No, ya no más!- Fui categórica, no dejé lugar para la DUDA, ¡otra que empañaba mi austera  e irrisoria felicidad!

FANTASÍA me proveyó del instrumento. Ella encontró la PLUMA con la que me salvaguardaría desde ese momento y para siempre. Mi pluma era liviana, de apariencia inofensiva, hasta inservible si se quiere pero no, tenía el poder de avivar palabras escritas, de aullar los silencios del miedo. Mi pluma… el atajo que me condujo directamente al encuentro de quien por tanto tiempo perseguí.
AMOR es su nombre...
AMOR, te busqué donde no debía. Si no eres tangible, ¿por qué ese necio empeño de escudriñar en un mundo que no te admite? Te descubrí acurrucadito en un pedacito de mi corazón, nos hicimos muy amigos. ¿Te acuerdas qué sorpresa nos llevamos cuando nos topamos cara a cara? Nos gustamos de inmediato y vivimos un eterno romance, siendo FANTASÍA la madrina de nuestros vástagos paridos con la PLUMA.

Hijos que aún sigo pariendo porque… ¡Qué insaciable semental eres, AMOR, cuando tu presencia se reduce a mi otro yo!

DISCULPE, EXCELENCIA (A ver si abrimos los ojos)


Disculpe, señor presidente,
No me tome por insolente.
Quiero preguntarle:
¿A usted no le duele el alma?
¿No le escarnece la mente
Ver a tanta pobre gente?

Le hago una propuesta.
Le presto mis ojos,
Mis piernas, mi cuerpo,
Y si no le molesta,
Venga que le muestro
Un país en duelo.

No tenga cuidado,
No se darán cuenta
Los del gabinete.
Dígales que está cansado,
Que se va a un Spa...
¡Se lo ve agotado!

Recorra las calles conmigo.
Pero no se asuste, mi amigo;
Verá cosas feas, desagradables.
¡Es que en este mundo
Hay tantas crueldades!

¿Qué por qué carga un carro
Lleno de basura, el chico moreno?
Ay, no, no es recolector,
Es un cartonero…después se lo explico.
¿Cuál, aquél? No, no toma sol,
No tiene cobijas, su abrigo es el astro rey.
Pero sigamos caminando, no lo mire más,
¡Sería tan largo y difícil de explicar!

Acompáñeme, tomemos el tren,
O mejor el subte ¡Esto está repleto!
¿Se ahoga, señor presidente?
¡Que horror! Mejor vamos en colectivo,
Aunque es la hora pico.
Sí, claro, no me entiende…
No se preocupe, a usted
Tampoco lo entienden.

Que pena, señor presidente,
Cortaron las calles, debemos bajar.
No hay más remedio, 
Tendremos que caminar…
Son los piqueteros, unos sinvergüenzas,
Fastidian a los automovilistas,
Reclaman trabajo, alimento, dinero.


¡Es que es dura la vida!
Esta gente está cansada,
Se quejan por todo.
Yo los comprendo...
Pero usted no se preocupe,
Igual sobreviven.

¿Tiene una moneda?
Es a voluntad, el chico no afana.
Sale a mendigar o vende estampitas.
No tiene familia, ni siquiera hogar.
¡Cuidado con este, nos quiere robar!
¡Ah, eso sí lo entiende!
Allá por sus pagos es algo normal.

Qué tarde que es, ya se hizo de noche.
Mejor lo regreso a su cálida residencia,
No quiero que vea a las niñas drogadas,
Le venden su cuerpo por una moneda,
¡no tienen dignidad, que asco me dan!
Pero vamos, se hace tarde
Y a estas horas, la calle se pone muy fea.

Regrese a su mundo, y yo…
A mi humilde morada.
No inquiete al gabinete,
Lo aguardan sus sirvientes
Y a mí me espera mi gente.

¡No me lo agradezca!
Para mí fue un placer.
Descanse, señor presidente,
Mañana se reúne con otros presidentes.