El día
Amaneció soleado.
Una
que otra nube caprichosa
Perturbaba
al cielo diáfano.
Majestuoso
el sol en el centro.
Despuntó
en sombras
Mi
alma paralizada, acallada,
Prisionera
de oculta pena.
Quise
ponerle brillo,
Revestirla
de colores,
Hurtarle
ese tono amargo.
Quise
proyectar una sonrisa,
Soltar
una carcajada,
Escribir
un poema de amor,
Arrojar
los versos al aire.
Pero
no pudo mi pluma
Garabatear
ni una palabra.
Quise
despojarme del llanto
Que
apremiaba por salir,
Bailando
hasta el desparpajo
Una
danza enérgica, ruda.
Lluvia
que limpie el espanto
Y me
conecte con la vida,
Más no
hallé la melodía…
Ya se
está haciendo de noche
Y el
gris no abandona mi alma.
¿Qué
me esperará mañana?
Puede
que el arco iris…
Puede
que la nada…
Julio de 2011