Hoy es el día“D ¿De qué? Vaya uno a saber…
Sé que estoy sumergida en esta loca carrera de entes ciegos, individuos
fundidos en una masa compacta y sin embargo no lo es.
Si uno pudiera subirse al último piso del edificio“Burj Dubai, sería sencillo de comprobar puesto que desde allí
podríamos notar que se asemejan más a células en pleno proceso de catabolismo,
aunque yo diría que los humanos a los que me refiero, más que catabólicos
parecen catatónicos, pero como yo estoy en Buenos Aires, pleno centro de la
ciudad, y no en Dubai, sostengo que son una masa compacta moviéndose a una
velocidad tal que me marea, me provoca nauseas y politraumatismos leves…gracias
a DIOS porque si fueran graves, estaría en una cama de alguna Terapia Intensiva,
quizá intubada, coma inducido o, naturalmente, comatosa por los golpes
recibidos ¿Y por qué? Pues porque estoy sumergida en esa masa de modo
involuntario…creo que en el trajín perdí mi ruta y la voluntad.
No importa, a estas alturas de nada me serviría ya que mis compañeros de
itinerario me llevan de aquí para allá y sin embargo no dejo a un lado la
esperanza de escapar por algún huequito, aprovechando el desmoronamiento de alguien,
lo que haría que los otros se desvíen para no ensuciarse los zapatos con la sangre
del caído en acción.
Comprendo raudamente que para ellos, los demoledores de mis huesos y
órganos vitales, soy invisible puesto que no he dejado de recibir empujones,
codazos y todo tipo de acciones que no calificaré de agresiones sino
distracciones.
Pues bien, antes que nada, es preciso aclarar que siempre, en primera
instancia, soy de las que piensan bien; pensar mal me llevaría a elucubraciones
con la consabida pérdida de tiempo y desgaste de energía.
Entonces digo: estas unidades con extremidades, tórax y cabeza, bípedos,
por supuesto, que corren o caminan a paso vertiginoso cual atletas que ansían
alcanzar la meta para situarse en lo más alto del podio, transitan como ciegos
desesperados, repartiendo bastonazos a diestra y siniestra en busca de…
¿Qué buscarán? En fin, es asunto de ellos, y de personas educadas no
entrometerse en asuntos ajenos, al menos es lo que me enseñaron de pequeña y
yo, mujer de mandatos digerir, ya en la cincuentena de mi vida, no voy a obviar
nada de lo que se me metió en el cerebro, en particular, si lo metido fue a
fuerza de cachetazos, pero sólo cuando exponía mi terquedad, no vayan a pensar
que fui una niña golpeada; no, no, nadie pega a quien no ve ¿Verdad? Además, si
los mandatos provienen de los progenitores, es cosa complicada liberarse de
ellos, eso decía Freud…creo…no soy adepta al psicoanálisis, me aburre pensar…
Estoy divagando, sea sincero, no voy a ofenderme, si es la verdad más
verdadera de toda mi existencia, un asunto que jamás pude resolver, motivo por
el cual me encuentro entre la horda de bestias que me hicieron perder la
cognición con tantos bastonazos que me han propinado los ciegos automatizados.
En la calle, en el colectivo, incluso en el pasillo que me conducía a mi
destino final, no dejé de ser sometida a empujones, golpes y demás acciones
que, de ningún modo he de denominar agresiones porque…
-Pase, por favor- Escucho la voz grave de mi psicoanalista. Me apuro a
guardar mi cuaderno de notas y paso al consultorio- Tome asiento.
-¡OH! Sí, por supuesto, muchas gracias, es usted muy amable- Uy, se me
activó el chip de los buenos modales y me parece que el Dr. Freud (en realidad
se llama Morozov, pero prefiero pensar que es el mismísimo Sigmund en persona)
se fastidió un poco. Pobre hombre, también él debe tener sus conflictos y
encima tiene que resolver los míos y vaya uno a saber cuántos más le esperan.
Dejando de lado la cortesía con la que me recibió (tal vez le extirparon
el chip en la Universidad, o quizá nunca se lo implantaron), me pregunta, esta
vez con voz seca:
- ¿Motivo de consulta?
- ¡¿Eh?!- pongo mi habitual cara de tarada.
- ¿QUÉ LA MOTIVÓ A LA CONSULTA?- Uyuyuyyyy, está gritando…
- ¡Ahhhhhhh! Soy invisible.
FIN DE LA CONSULTA