.

.

...

...
http://world-directory-sweetmelody.blogspot.fr/2013/08/special-page-blog-has-honor.html

lunes, 23 de abril de 2012

IMPREVISTO

Martes 17 de Noviembre de 1978…Una fecha para no olvidar… No estaba enamorada y creo que él tampoco, éramos los jóvenes rebelándonos contra una sociedad opresora, tirana, arbitraria y nosotros, la generación que no se dejaba someter, entonces todo se hacía porque sí, porque nos gustaba sentir el poder de burlarnos de ellos, los adultos, los que pretendían imponernos sus valores ¿Cuáles, esos que asfixiaban la libertad? No, no era para nosotros. Lo conocí en la universidad, un tipo feúcho, delgado, con cara de nada pero muy estudioso, un buen complemento para alguien como yo que detestaba hacer monografías, él las hacía por mí. Incapaz de concentrarme a la hora de leer a Hegel, nos reuníamos para preparar los exámenes. Yo le cebaba mate mientras el fulano leía, analizaba, desmenuzaba y luego me lo narraba de modo tal que yo pudiera incorporar el conocimiento sin más. Sucedió una tarde, vino a casa, yo estaba sola, mis padres estaban de viaje. Lo invité a cenar, pollo al horno con papas fritas acompañado de uno de esos vinos que papá guardaba en su bodega. No estábamos acostumbrados a beber, bastaron dos copas para sentirnos eufóricos. Me dijo que yo le gustaba ¡Uy, que problemita! el tipo no me gustaba nada pero lo necesitaba y él siempre estaba ¿Qué me costaba brindarle un poquito de placer? Y entonces sucedió… Mis conservadores y empedernidos católicos progenitores no se hicieron rogar a la hora de juzgarme y repudiar mi comportamiento. Pobres, ellos esperaban que su “niña” se casara con un buen partido, de blanco, virgen, por supuesto, como correspondía a las señoritas de buena familia. Quisieron mandarme al interior del país a vivir con una tía solterona, vieja resentida. Nadie debía saber sobre mi estado. El feúcho desapareció por arte de magia y yo me escapé de casa la madrugada anterior a mi “expulsión” del hogar. Me refugié en casa de una compañera, ella me dio albergue, me consiguió un trabajo, mi vida ya no era la misma, me había zambullido en el mundo de los que luchan día a día para comer un miserable bocado. Entonces comencé a odiarte ¡Maldito bebé! ¡Maldito bebé! Era en lo único que pensaba ¿Por qué debo dejar mi confortable vida a un lado para cuidarte? No voy a cuidarte, no voy a amamantarte, ojalá nunca nazcas, no tengo coraje para arrancarte de mi pero tampoco voy a amarte, pequeño parásito que se lleva los pocos nutrientes que ingiero. Las semanas, los meses, fueron pasando y yo seguía sintiendo odio contra vos, no estaba preparada, no me entusiasmaban tus pataditas, al contrario, más te odiaba ¡Qué sencillo resultaba todo para vos, pequeño engendro! Yo debía trabajar y cada día me resultaba más duro, también estudiar pero tenía que hacerlo, ni remotamente pensaba convertirme en una madre fregona y cambia pañales ¿Qué esperás, que además de soportarte me comporte como una feliz madre, cumpliendo un rol que no había elegido? No, bebé, no quiero ser tu mamá. Corría el mes de julio, mi panza estaba voluminosa, un gigante globo desfigurándome, ocho meses cargando con vos. Aunque para ser honesta, la panza no molesta tanto como mi nueva vida a la que no termino de acostumbrarme, falta poco para que salgas, ya veré qué hago con vos pero mi vida…Esa ya no tiene retorno. Falta menos, bebé, sólo tres semanas y aún no te puse un nombre, desconozco tu sexo ¿Varón, mujer? Qué más da. Sé que te gusta el chocolate, pequeño goloso, que te fastidiás cuando me recuesto sobre mi flanco izquierdo, es allí donde te acurrucás y yo te comprimo, te ponés malito, si hasta me da risa cómo peleás conmigo, siento tus puñitos cerrados golpeando las paredes del útero como diciendo “¡Ey, para el otro lado, mamá, me estás apretando la cabeza!” Te movés tanto… ¿Será enojo o alegría? No lo sé, pero me causa gracia. Está bien, tenés que vivir, no es tu culpa, angelito, víctima de mis atolondradas aventuras, de mi inmadurez, de mi falta de consciencia… No puedo imaginar qué será de nosotros dos. El pueblo está convulsionado, la patria, asustada; por donde voy sólo escucho hablar de las manifestaciones estudiantiles, participé de algunas, claro, si era lindo saltar y gritar en contra de los milicos represores, no por ideología política, a mi nunca me interesaron esos asuntos pero donde había rebelión, allí estaba. Ya no, tengo miedo de lastimarte, uf, mirá si me patean la panza…Todo el tiempo se habla de desapariciones pero vos, bebé, quedate tranquilo, estás bien protegido en mi interior y yo senté cabeza, ya no me meto más en esas cosas, ahora tengo que pensar en vos y no en los reclamos estudiantiles, que lo hagan ellos que no tienen otra cosa más que hacer. Yo no, estoy muy ocupada comprando ropitas, preparando mi bolso, hoy tengo control médico, me dijo que sos nena ¿Sabés que ya tenés nombre? Malena ¿Te gusta? Sí, te agrada, me diste una patadita y sé que cuando lo hacés es porque estás contenta. Tenemos que festejar, amiguita, vamos al kiosco, vamos a comernos un rico chocolate, bien grande, que nos llene a las dos. Salí de casa, iba por nuestro chocolate hasta que sentí la frenada brusca, un falcon verde y ellos, seis hombres adentro. Me miraban fijamente, un frío de muerte me recorrió la médula espinal…La puerta de atrás se abre, salen dos, vienen hacia mi, salgo de mi parálisis, pienso en vos, Malena, quedate quietita, debo correr, tenemos que escapar, no te muevas. No pude, Malenita, ellos fueron más rápidos que yo, me atraparon mi amor, nos atraparon y aquí estamos, encerradas en un frío y clandestino calabozo. En un rato vendrán por mi, me realizarán estudios para constatar que estés bien y sanita, espero que si porque caso contrario, nos espera la muerte a las dos…No, no, no pensemos en eso, todo está bien, lo sabemos, luego nos traerán de vuelta a la celda…Es tan confuso todo, bebé…estoy llorando… pero vos tranquila ¿Sí? Mamá te promete que vas a estar bien. Le pido a Dios que no nos separen, no paro de rezar pero creo que tienen planeado hacerlo. Te amo hijita mía ¡Dios, déjame cuidarla, por favooooooooooooooooooooor! 


 Autora: Myriam Jara