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lunes, 30 de julio de 2012

BUENOS AIRES, MI CIUDAD


Con sus calles repletas de baches,
El tráfico congestionado,
 Los colectivos en los que viajás
Amontonado como ganado.
 Cuidado con ese pillo,
Mete mano en los bolsillos.
 Monumentos estropeados
Por las manos de malvados.
Edificios ultramodernos
Que imitan los del imperio.
Calles, pasajes,
Avenidas, bulevares.
La gente circula y no ve,
El turista se sorprende.
La boca, el puerto,
San Telmo.
En alguna calle muerta
El viejo duerme la siesta.
Los niños en la plaza,
Las mujeres en los shoppings.
El pasado y el presente
Con sus ruidos y sus aromas
Se funden en nuestra historia
Buenos Aires…
¡Tango y gloria!

Autora: Myriam Jara

miércoles, 25 de julio de 2012

UN INTRUSO EN CASA

 Desearía caminar más despacio, no tiene prisa por llegar, aunque el frío, la noche cerrada, la calle desolada y el viento penetrante, la impelen a apurar los pasos. De todos modos, esa noche le haría frente, era una decisión tomada “Podemos quedarnos sentadas, hablando una y mil veces sobre el tema, pero si no le hace frente nunca va a superarlo” Fueron las palabras de su terapeuta, momentos antes de finalizar la sesión.
 Faltan cuatro cuadras. No puede permitirse el miedo. Recuerda la primera aparición; era muy tarde cuando regresó a su casa; al abrir la puerta quedó paralizada. Ahí estaba presente en toda su dimensión, ocupando el centro del living. No pudo ver su mirada pero la sintió y el pánico se apoderó de Franca. Pegó un portazo y bajó las escaleras corriendo.
 Faltan tres cuadras. La peor noche de su vida: se había despertado sedienta; antes de abrir los ojos sintió una suave caricia recorriéndole el muslo izquierdo. Fu puro instinto saltar de la cama y manotear la perilla de la lámpara. Se había metido entre las sábanas para recorrerle el cuerpo. Cuando Franca gritó y pegó un brinco abandonando el lecho, salió volando para desaparecer por la puerta dejándole una sensación de repulsión que todavía la hacía estremecer. No pudo volver a dormirse; permaneció el resto de la noche sentada sobre la almohada, abrazada a sus rodillas, sin apartar los ojos de la puerta “¡Dios mí, que no vuelva!” suplicó al borde del llanto.
 Faltan dos cuadras. Siente el pulso acelerarse y camina más rápido “Basta, esto no puede continuar ¿Cómo puede consentirle que se adueñara de casa. Esa cosa insignificante no puede someterme por más repugnante que sea” Bastaría un poco de sensatez para derrocarla. Hoy pondría fin a tanto tormento.
 Falta una cuadra “Ojala que no esté; por las dudas me preparo para lo que venga” Introduce la mano en la mochila y suspira aliviada. El arma está allí. No puede dejar de recordar las ocasiones en que se vio aterrorizada y humillada, como cuando la obligó a arrinconarse en el sillón, sin atinar a hacer otra cosa que mirar espantada, hasta que lo vio salir. Fueron tantas las circunstancias en que la atormentó con su presencia que la llevó a pensar “Tu vida o la mía”
 Se detiene frente al edificio, mira hacia arriba, hacia el sexto piso donde se encuentra su departamento, alcanza a ver el pequeño balcón, las luces apagadas pero las persianas levantadas. Respira profundamente y abre la puerta. Oprime el botón del ascensor “Otra vez en el piso dieciocho” No lo quiere esperar, un minuto más y probablemente se arrepienta y huya hacia la calle. Sentimientos contradictorios que se agolpan provocándole nauseas. Sube los escalones de dos en dos, aferrada al pasamano, las piernas le tiemblan, imagina una caída, rodando cuesta abajo y una fractura que la deje imposibilitada de abandonar su casa. Quisiera no llegar nunca, o mejor, llegar lo más rápido posible y terminar de una buena vez con ésta estupidez, porque si lo piensa seriamente, no es otra cosa que un ser insignificante al que podría aplastar sin dificultad, claro que la dificultad está en su mente dominada por la mirada penetrante que no puede ver pero puede percibir, es cuando se enfrentan que el miedo se apodera de ella.
 Ya no se siente tan segura de su arrojo. Está transpirando, se marea y trastabilla, se aferra a la baranda apretando las manos con todas sus fuerzas. Se detiene a mitad de la escalera para sacarse la campera. Con la manga del pulóver, enjuga el sudor de la frente “Te voy a matar, juro que te voy a matar” Con manos temblorosas examina la mochila, saca el envase que contiene el veneno y lo dispone para accionarlo.
 Deposita la mochila en el piso junto a la campera. Pone la llave en la cerradura y la hace girar con suavidad, evitando el tintineo de las llaves al entrechocar. Vuelve a respirar profundamente, exhala lento, inspira una vez más y abre la puerta. Enciende la luz. Ahí está, desafiándola a entrar. Inmóvil, sobre la alfombra beige, su figura negra parece agrandarse como un gigante que no puede detenerse “No es real, Franca, es tu imaginación” La mano que sostiene el aerosol no se queda quieta; Franca temblequea sin poder apartar los ojos del repugnante insecto. Ella, de pie en la puerta y la enorme cucaracha, apostada sobre la alfombra, se miran, ambas congeladas en el tiempo. El leve movimiento de las antenas saca a Franca de su parálisis y saltando la barrera del miedo, destapa con presteza el envase, cierra los ojos y aprieta la válvula que apunta directamente al enemigo. Segundos eternos, permanece con los ojos apretados, no quiere verla retorcerse. Vacía medio envase, tose, el olor le impide respirar, abre los ojos. La cucaracha está muerta. Arroja el envase, corre al balcón en busca de aire puro, escapando del ambiente impregnado del aroma asfixiante. Está bañada en sudor, todo su cuerpo lo está. Se dirige al baño, abre la canilla del lavabo, toma un poco de agua con las manos y se moja la cara. Se siente reanimada, se apoya en el inodoro esperando que llegue la calma. Poco a poco logra normalizar el ritmo cardíaco.
 Sonríe; primera etapa cumplida “Si consigo levantarla y echarla a la basura, fobia superada” Se seca la cara. Camina hacia la cocina en busca del escobillón y la palita “No, mejor la escoba, no sea cosa que se quede enganchada entre los pelos” Con orgullo de campeona que recibe el trofeo, retira el cadáver del living; va a tirarla al tacho de basura pero, no, mejor por el balcón “No la quiero en mi casa ni muerta. Sería fabuloso si pudiera ponerla en un sobre y enviársela por correo a mi psiquiatra, pero para eso faltan unas cuantas sesiones más” Ríe eufórica; llena la bañadera con agua caliente, vuelca un chorro de espuma de baño. Se desnuda y antes de sumergirse pone música para relax, se introduce en el agua y disfruta, después de tantos meses, del baño sedativo mientras cierra los ojos y se deja llevar por la música “¡Qué placer, tanto tiempo de duchas veloces” Está feliz y en paz, sabiéndose la única ocupante del departamento. Otra vez vuelve a ser dueña de su hogar.
   Le resulta asombroso moverse por la casa con libertad, sin la tensión que la acompañó durante tantos meses. Prepara la cena y vuelve a sonreír. Llena una copa de vino tinto, dispone la comida en la bandeja y se mete en la cama. Cena mirando la televisión. El cansancio la adormece. Lleva la bandeja a la cocina “Mañana lavo la vajilla, ahora me merezco un buen descanso” Antes de volver a acostarse, revisa el cuarto “Tranquila, no tenés que terminar con todos los hábitos de una, date tiempo” Se arrodilla, mete la cabeza debajo de la cama y mira hacia un lado y otro “Todo en orden, Franca, no hay moros en la costa”
 El sueño no tarda en llegar y junto a él, las pesadillas; cientos de cucarachas invaden su casa, vienen a vengar la muerte del insecto. Obnubilada, pega un grito, siente la garganta seca, necesita un vaso de agua; enciende el velador, retira la sábana que la cubre y ahoga el llanto. Entre las sábanas hay tres cucarachas. Salta de la cama y corre al living en busca de la puerta de calle. Una vez más el pánico apoderándose de su alma, la respiración entrecortada, el mareo, el vómito que siente subir por la garganta. Prende la luz; un ejército de cucarachas que vienen del palier, pasan por debajo de la puerta impidiéndole salir; vienen a buscarla. No puede gritar, le falta el aire. No puede pensar, el horror la envuelve. No tiene salida. Abre la puerta del balcón y se arroja al vacío.
En la vereda desolada, yace Franca, los ojos abiertos, un rictus de pavor. La sangre que emana de su cráneo se funde con el cadáver de la cucaracha.

 Autora: Myriam Jara

jueves, 19 de julio de 2012

O. Mejía, Arte y Cultura: "BREBAJE"... y Yo

Después de conocer al ilustrador, al escultor, al hombre, al padre ¿Qué nos queda por saber de él?

La otra cara del artista plástico, el de cara adusta, el que maneja la sutileza y la belleza del cuerpo femenino, el amigo del aerógrafo, en un vídeo con imágenes estremecedoras porque eso es el rock & roll, un grito de protesta, un brebaje que se impone tragar para digerir la mentada sociedad. ¡Bueno el guitarrista!

lunes, 16 de julio de 2012

PARADIGMA


Atrevida,
Niña mala,
Rebelde sin causa,
Revoltosa hasta la muerte,
 Irreverente sin remedio,
Instigadora de levantamientos,
Sin censuras ni ataduras,
Tonta, estúpida,
Alegando por causas perdidas...

¿A qué  viene que me juzgues? ¿Qué careta te ponés para escupirme en la cara que sos mejor que yo? ¿Hurgaste en tu consciencia,  por si acaso la tenés? Me decís que soy atrevida porque me paro ante vos y te digo lo que pienso sin importar tu investidura. Me acusás de haber sido una niña mala, una rebelde sin causa ¡Alto, amigo!  Antes de hablar pongamos las causas sobre la mesa, discutamos sobre ellas. Si las tuyas son más nobles, acepto ser revoltosa e instigadora de levantamientos. Pero si gano yo, no habrá censuras ni ataduras. No soy tonta, no soy estúpida, tengo en claro lo que quiero y lo que quiero no son causas perdidas, no mientras tenga vida para remover las hierbas, para dejar al descubierto tu abuso de poder, para denunciarte por enriquecimiento ilícito a costa del hambre de los que te pusieron en el sillón que tan orondo ocupás. Político maquiavélico, nunca te importaron los medios a la hora de conseguir tus objetivos. Triste final te espera, el final de los que pierden y cuando pierden se quedan solos, porque algún día perderás o perderás vigencia; si hay algo que compartimos es lo efímero de la vida. Andá soltando la mochila, el camino se te estrecha, no podrá soportar tu espalda tanto peso acumulado. Voy a caminar detrás para observarte encorvado, para verte de rodillas pidiendo piedad por tus actos.  Pero no voy a tenderte la mano, estaré muy ocupada recogiendo tus riquezas para distribuirla entre los pobres ¡Esa es mi causa! Sólo una y con esa me basta...


Autora: Myriam Jara

domingo, 15 de julio de 2012

QUINCUNSIO (stop en mi música para apreciar el vídeo)

Renuncia a todo aquello que te daña, no te apegues a nada ni a nadie, sé libre como el viento que domina la marea, enfréntate a su bravura, disfruta de la calma, más cuando sientas que te agobia la vida, no renuncies a ella, simplemente vira el rumbo y sé feliz
PANTALLA COMPLETA, MEJOR AUN...


jueves, 12 de julio de 2012


Si el precio de amarte es:
Llorar,
Rogar,
Perdonar,
Pedir perdón,
Olvidarte
Y no lograrlo,
Recordarte
Sin desearlo,
Obsesionarme
Con tu ausencia,
Que me aturda
Tu silencio,
Tragarme las broncas
Por no herir
Tus sentimientos,
Ahogar mis emociones
Para no obstaculizar
Tus ilusiones,
Soportar tus celos,
Reprimir los míos
Para conservar
La dignidad,
No,
Yo no pago.

La soledad
Es ingrata
Pero gratis...


Autora: Myriam Jara- La Eterna Poeta Disconforme

miércoles, 4 de julio de 2012

DISTIMIA AGUDA (Un día de guardia hospitalaria)


 Hay momentos imprevistos
En que la angustia me asalta
Dejándome el alma vacía
Y no comprendo la causa.


El mundo sigue girando
En el cósmico silencio,
Los planetas lo acompañan
En cotidianos movimientos.

Miro por la ventana,
La noche se hizo presente.
El cielo está estrellado,
No hay nubes que lo perturben.

La angustia vuelve a asaltarme
Y no comprendo la causa;
Agudizo los sentidos
En mi mundo todo es calma.

Tal vez el encierro…
Obligada soledad…
La angustia vuelve a asaltarme.
No encuentro mi identidad…

Autora: Myriam Jara