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miércoles, 7 de diciembre de 2011

PIDO DISCULPA A LOS POETAS



En un mar de locura que me sabotea el discernimiento
Intento volcar en unos versos, arraigados sentimientos.
Pero la musa no me quiere, la musa me desprecia
Porque no logro percibir lo que me impone.
Es entonces que me recluyo en la impotencia
De saber que no se puede ni se debe hacer lo que no se comprende.
Rebelde, irrespetuosa, soberana de la independencia,
Mis dedos recorren el teclado sin acatamiento a las rimas y las métricas
¿Cómo podría, yo, ser poeta?
Yo que le hablo a la muerte, que observo con ojos imprudentes a
Una sociedad ciega y enferma; yo, la irreverente, tanto o quizá más que la muerte,
Pero no de la vida humana, no del decir del otro, no del hambre de los chicos, no
De un mundo bananero que lucha por salir del agujero
Soportando estoicamente los punzantes taconeos
Que desde el Norte nos encajan, vaciando nuestros bolsillos,
Haciendo añicos las ilusiones, secando el alma de lágrimas que se esconden
Obligándonos a apretar los puños como el boxeador que espera el golpe
Y mis puños se cierran, y mis dedos no responden, y mi mente se obnubila
Y la muerte me ronda la cabeza; vieja contendiente que me enfrenta cada día,
Que a veces me gana la partida, que me opaca los ojos con su sombra,
Que me impele a ser fuerte en la batalla, batalla que libramos día a día.
En una fría sala de cirugía, el cuerpo yace sobre una mesa también fría.
¿Cómo podría, yo, ser poeta?
Hoy, una vez más, la muerte me ganó la partida pero mañana es otro día,
Ella también me tiene miedo, sabe que no bajo los brazos, que no me vuelvo sumisa,
Que la miro con desparpajo riéndome de su estúpida cara y su oxidada guadaña,
Que voy a seguir haciéndole frente, diez, cien, mil veces.
¡Que venga y que me encuentre! Voy a pelear hasta que se lleve mi cuerpo.
Furiosa contra ella, furiosa contra mí, nos miramos desafiantes y no quiero
Y no puedo ajustarme a la métrica y la rima; me niego a ser poeta.
Necesito liberarme de mis miedos para vociferarle a la muerte,
Para decirle cuanto la odio por llevarse lo que no le pertenece.
Pero la métrica y la rima me imponen melodías que se desdicen con mi locura
Y entonces me quedo en la narrativa, vomito palabras incoherentes;
Es allí, en la ficción en prosa, donde las palabras toman forma,
Es allí donde digo lo que siento, sin mordazas, apretando los dientes,
Donde grito mi bronca por la gente que se venda los ojos para no ver lo que no quiere.
¿Cómo podría, yo, ser poeta?
Loca, rebelde, prepotente, lanzo palabras hirientes, no busco la dulzura
La mierda se me escapa de la boca sin medir las consecuencias
Y esa mierda no cabe en un poema, toda ella se desliza sin cobardía
Invadiendo los espacios más decentes, los espacios de la gente inteligente.
¿Cómo podría, yo, ser poeta, si me cago en  la rima y la métrica?
Cuando mis huesos reposen en un ataúd,
Rectángulo sólido, soldado,  la medida justa que albergue mi osamenta,
Tal vez…No sé…Es posible que despierte la poeta.
                                                                                                 Setiembre 2009
Autora: Myriam Jara- La eterna poeta disconforme